Un error pasajero
¿Cuántas veces hemos deseado volver atrás en el tiempo? Sensación extraña, y muy humana a la vez. Nos arrepentimos de lo hecho, y en otras tantas ocasiones, aún peor, de lo no hecho. Recuerdo ahora la película El efecto mariposa (recomendable, por cierto). Sí, toda nuestra vida está compuesta de pequeñas decisiones, algunas tan insignificantes a primera vista.
Bueno, te estarás preguntando a qué viene esto. Mira, es que en los últimos días mi cabeza casi revienta. Como de costumbre, de tanto pensar. Y como casi siempre, para mal. Me he llegado a sentir estúpido, y te aseguro que no es nada agradable. He cometido el error de cavilar: ¿y si lo hubiera hecho? Lo más preocupante, esto entre tú y yo: he desarrollado y llevado a límites insospechados mi capacidad para hablar sólo. Joder, ¡menudos discursos! Si tienes el mismo problema, me gustaría que charlaras conmigo de ello. “Antonio, que eres tonto”, “pero mira que estaba claro”. Y otras cosas peores, que no vamos a reproducir. Converso conmigo mismo, y a viva voz, ¡qué profundo!
Ya estoy mezclando cosas. En fin, deberás acostumbrarte si pretendes seguir leyendo estas locuras que te cuento. Creo que he logrado alcanzar una conclusión: estrujarte el cerebro con lo que pudiste hacer o no hacer en tiempos pretéritos es una solemne tontería. Principalmente porque ya no podemos hacer nada por cambiar el pasado, a no ser que el profesor Bacterio nos confíe su fórmula. Ya se que es muy fácil decirlo, pero de verdad, piénsalo un instante, es absurdo.
Todo se ve mucho más claro cuando ya ha pasado el tiempo, y la niebla se ha desvanecido. Pero entonces no era tan evidente. Por aquellos días bailaba con la duda, y creía no pisar un terreno tan seguro como otros decían que era, sin pisarlo, claro está. He de reconocerlo, me he dado cabezazos contra la pared. Pero ahora estoy convencido de que no debo arrepentirme de nada, y menos culparme. Si fue por cobardía o por inseguridad, qué mas da. Lo no hecho, no hecho está. Resulta estúpido anclarse en el pasado, olvidando las oportunidades del presente. Y cómo me he agobiado, y cómo me he sentido. Tengo que tranquilizarme, y lo conseguiré: este tren sí pasa dos veces.
Si fue un error, en el baúl de los recuerdos quedará.
Bueno, te estarás preguntando a qué viene esto. Mira, es que en los últimos días mi cabeza casi revienta. Como de costumbre, de tanto pensar. Y como casi siempre, para mal. Me he llegado a sentir estúpido, y te aseguro que no es nada agradable. He cometido el error de cavilar: ¿y si lo hubiera hecho? Lo más preocupante, esto entre tú y yo: he desarrollado y llevado a límites insospechados mi capacidad para hablar sólo. Joder, ¡menudos discursos! Si tienes el mismo problema, me gustaría que charlaras conmigo de ello. “Antonio, que eres tonto”, “pero mira que estaba claro”. Y otras cosas peores, que no vamos a reproducir. Converso conmigo mismo, y a viva voz, ¡qué profundo!
Ya estoy mezclando cosas. En fin, deberás acostumbrarte si pretendes seguir leyendo estas locuras que te cuento. Creo que he logrado alcanzar una conclusión: estrujarte el cerebro con lo que pudiste hacer o no hacer en tiempos pretéritos es una solemne tontería. Principalmente porque ya no podemos hacer nada por cambiar el pasado, a no ser que el profesor Bacterio nos confíe su fórmula. Ya se que es muy fácil decirlo, pero de verdad, piénsalo un instante, es absurdo.
Todo se ve mucho más claro cuando ya ha pasado el tiempo, y la niebla se ha desvanecido. Pero entonces no era tan evidente. Por aquellos días bailaba con la duda, y creía no pisar un terreno tan seguro como otros decían que era, sin pisarlo, claro está. He de reconocerlo, me he dado cabezazos contra la pared. Pero ahora estoy convencido de que no debo arrepentirme de nada, y menos culparme. Si fue por cobardía o por inseguridad, qué mas da. Lo no hecho, no hecho está. Resulta estúpido anclarse en el pasado, olvidando las oportunidades del presente. Y cómo me he agobiado, y cómo me he sentido. Tengo que tranquilizarme, y lo conseguiré: este tren sí pasa dos veces.
Si fue un error, en el baúl de los recuerdos quedará.